martes, 11 de febrero de 2014

Hacia Varkala!

Dicen que "las personas que alcanzan el éxito en lo que hacen es porque aman aquello que hacen" y es bonito observar la implicación, la energía y las ganas que deposita cada uno cuando realmente esta interesado en algo, cuando realmente disfruta y cree en aquello que realiza. Lo cierto es que cuando se hace de esta manera los resultados y la motivación son distintas. 

Yo no se si con éxito o sin él pero señores y señoras, ya soy profesora de yoga! Lo único que se es que he vivido y acabado este mes intenso llena de ilusión y de ganas de más y para mi eso ya es un éxito. Descubrir un nuevo motor que, siendo compatible con la danza, me llena y me hace sentir muy bien. Disfrutando con cada una de las primeras clases que ya he dado y sabiendo que es solo el principio de un nuevo camino. Un aprendizaje en el que seguir empapándose, seguir investigando y estudiando y aprendiendo cada día. Me llevo una inmersión preciosa en el mundo de la filosofía del yoga y la meditación, y miles de nuevos conceptos para profundizar con tiempo y con lecturas.

Ha sido un borrachera de información, por la corta duración del curso, pero feliz de ver en el examen final que mucha de esa información ya se ha quedado grabada en la cabeza. Contenta de ver que las páginas del manual del curso que eran un jeroglífico escrito los primeros días al tratar de leerlo, se han convertido en palabras entendibles y cargadas de significado. Un primer paso para alguien totalmente al margen de la espiritualidad y del mundo de la filosofía Vendanta. Tengo ganas de caña así que ¡¡preparaos porque os voy a poner en forma a todos en cuanto vuelva!! Ir calentando motores...

Después de la recta final y un mes de pocas horas de sueño nos dirigimos unos cuantos a Varkala, a pasar unos días en el mar y vernos las caras sin uniformes, sin campanas que marcaran los horarios y sin reglas. Alquilamos un bus para nosotros y en dos horas nos plantamos allí. Fueron unos días bonitos cargados de cenorras en grupo, puestas de sol, días enteros en la playa, bailoteos improvisados a ritmo de rumba, noches de tambores y flautas delante del mar,  noches de pijamas de cuatro en una cama tras la imposibilidad de abrir una de las habitaciones, sonrisas y achuchones, ataques de risa en una clase de yoga en silencio, tardes de frisbi, baños en olas feroces y despedidas. Despedidas de la que ha sido tu familia durante cinco semanas. Un poco mas de un mes en el que compartimos 24 horas diarias los unos con los otros convirtiéndonos en aliados de charlas, chismorreos, estudios, risas, confesiones, pataletas, cotilleos y bonitos momentos. De cada uno me llevo un pedazo, sabiendo que nos veremos pronto por algún rincón del mundo.

De allí, con un calor espantoso, de esos que hacen que se te peguen los pantalones al sentarte más de dos minutos, y tras la desaparición misteriosa de 5000 rupias y mis zapatos de trecking, las tres pispiretas (Alice, Tess y yo) cogimos un tren destino al ashram de Amma en Amrithapuri.  Nos separaba del lugar tan solo una hora de camino y la curiosidad puedo conmigo tras oír hablar tantas cosas de esta mujer. Amma és una de las pocas mujeres Guru en India y su nombre significa "madre".
Se la conoce como "la
Mujer de los abrazos" ya que sus seguidores van ella para que los rodee con su brazos. Sus jornadas son interminables, empieza a abrazar a las 11 de la mañana y no termina hasta las 23h de la noche sin levantarse ni para comer ni para ir al baño. Incansable.
Ha recorrido el mundo abrazando a toda aquellas personas que quieran impregnarse de su amor, energía y fuerza, y millones de fieles y devotos la siguen allí donde va. Es la responsable de la construcción de escuelas, universidades y hospitales por todo el país para dar la oportunidad a los más desfavorecidos por tener un futuro mejor, para acercar la educación y la sanidad a todas las clases sociales a través de los donativos de la gente. El ashram masivo e inundado de personas de todas las partes del mundo y edades es algo curioso de ver. Estos días se encuentra ella en él y la gente está in fire. A mi, me cuesta. Bonito cuando descubres que toda la infraestructura se mantiene con el trabajo desinteresado de toda la gente que lo visita o vive permanentemente en él, todos cocinan, limpian, cortan verduras, sirven comida, hacen actividades, etc. 

Recibí su abrazo el mismo día que llegué al lugar y para ser sinceros no sentí absolutamente nada. Te levantan, te sientan, te empujan la cabeza en su pecho y sin darte cuenta ya estas de pie de nuevo de camino a la salida. Te susurra algo imposible de entender en el oido y te marchas. Por la noche me entregó un mantra siendo la úlima persona a quién abrazó ese día antes de retirarse a descansar. 

Es cierto que cuando le miras a la cara desprende una energía buena, pero para mi eso es todo. Lo respeto porque gracias a estos abrazos y la gran fama conseguida está ayudando a mucha gente necesitada pero ahí me quedo. 

La gente aquí la adora, és como Dios. Te hacen ponerte de pie cuando ella pasa, la gente la toca al pasar por su lado y todo lo que vincule a Amma es sagrado. Fanatismo. La verdad es que me sentía como una marciana. Supongo que hay mucha gente que necesita tener fe en algo o alguien para soportar y aceptar vidas injustas, dolor o incomprensión y por eso lo respeto, pero desde luego no va conmigo. No creo que sea necesario una devoció así para hacer una evolución interna y de uno mismo. 
Tuve la oportunidad de vivir de cerca por primera vez en un lugar así y aproveché para hablar con personas que vivían allí desde meses o años, que seguían a Amma desde mucho tiempo o que la seguían allí donde iba con sus tours. Cada uno de ellos no dejaba de sorprenderme con tanta admiración y a diferencia de ellos yo al llegar al lugar me convertí en un puro vegetal. Me causó el efecto contrario. No se si era por el cansancio acumulado del intenso mes, el asficsiante calor o que llevaba días arrastrando una tos de perro de esas de pecho cargado, pero yo solo quería dormir. Ese lugar me dió somnolencia y durante tres días sentí lo que siente alguien que padece narcolepsia. Me dormía hasta de pie y no quería hacer. Ada, no me reconoceríais. Así que aunque tenía pensado irme al día siguiente me quedé en el lugar tres noches hasta recuperarme. No me sentó muy bien el lugar vaya.. Tanta energía que me chupó la mía pero me sirvió para observar.

Hicimos una meditación con ella y luego presencié un sesión de cantos con ella como líder y ahí si que me confirmé de que yo no estaba hecha para este tipo de "circos". Todos sentados imitando al unisiono cada uno de los sonidos y gestos que la guru realizaba y yo paralizada, no podía mover ni las pestañas ante tal cuadro. 

Esa misma noche llegaron al ashram dos amigos italianos de Alice muy salados que iban hacia Alleppey como yo, así que al día siguiente desaparecimos del lugar los tres juntos dirección al nuevo destino huyendo de semejante fanatísmo. Ahí dejé a Alice contra mi voluntad, pero su rodilla volvía a dar guerra y prefirió quedarse para hacer reposo hasta mejorar. Una lástima.

Nos intercambiamos una semilla en forma de colgante del árbol sagrado de la Índia donde dicen que se apreció Buddha, el Rudraksha, y nos dijimos una hasta ahora para encontrarnos de nuevo en otro punto del viaje.

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